martes, 6 de febrero de 2007

ARTISTAS - HOY: Joana Vasconcelos


Cuando el tapete sobre la mesa camilla va camino de convertirse en reliquia, llega Joana Vasconcelos para reivindicar el uso del ganchillo como elemento artístico. La recuperación de las labores del encaje le sirven para hilar y construir todo un concepto sobre el que gira su propuesta en la séptima edición de los Belenes para el siglo XXI de Can Marquès. La casa histórica muestra hasta el 8 de enero Familia Feliz, una recreación del nacimiento de Jesús en el que la Virgen María es una ninfa y San José, el Dios Baco. Ambos son figuras de cemento pintadas con colores vivos y recubiertas de una segunda piel hecha de ganchillo.

La artista portuguesa se confiesa como «poco religiosa» y dudó cuando Nieves Barber -responsable de Can Marquès e ideóloga de los belenes contemporáneos- le propuso la intervención navideña. Decidió entonces acercarse «con respeto» a la recreación, atraida por la «parte histórica» y porque entendió que «la familia feliz» que forman San José, la Virgen y Jesús era «como todas las demás». En ella existe «pérdida, dolor, nacimientos», algo común al resto.

Toque banal

La normalidad que buscaba representar la logró cubriendo las figuras de ganchillo. «Así tienen el toque de banalidad, de lo cotidiano, igual que se empleaba el croché para decorar objetos de la casa». La función de la tela hilada va más allá de lo ornamental. «Quería mostrar la duplicidad de la decoración y la protección», explica recordando cómo el ganchillo se ha usado tradicionalmente para salvaguardar la tela de los brazos de los sofás o la base del mueble sobre el que descansa el televisor. Barber va más allá y asegura que, al recubrir las figuras, «crea una caja fuerte para proteger la figura a la vez que el concepto».

La técnica del ganchillo se inscribe también en el interés de la artista por reflejar la fidelidad y aprecio que siente hacia las tradiciones y la cultura portuguesas. Vasconcelos realiza unas construcción modular de las piezas de ganchillo para dar un volumen escultórico a los cuerpos. La «segunda piel» de las figuras está trazada con multitud de pequeños retales: unos recuperados en mercadillos y otros tejidos para la ocasión. El reciclaje lleva implícito el interés por la tradición que mueve a la artista.
Los colores empleados en las piezas son los «normales, de la gente que trabaja la tierra», obreros «exentos de lujos», explica la artista.

Fuente: http://www.elmundo-eldia.com

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